Practicando Yoga, muy focalizado en mi respiración, se me hizo muy vivida la relación entre respiración y los latidos de mi corazón (muchas tradiciones meditativas proponen una modificación de la experiencia a través de la respiración). En esta focalización en mi cuerpo vivido, Leib, me pregunté por el origen de una palabra que refiere a algo tan presente en nuestra experiencia como humanos.
Según el artículo "Etimología del corazón", de Javier Botella de Maglia, la palabra tiene un origen común en todas la lenguas indoeuropeas:
"La palabra que designa al corazón en sánscrito es hrid. Según el médico y poeta chileno Hernán Baeza, esta palabra significa «saltador» y hace referencia a los saltos que da el corazón en el pecho en respuesta a los esfuerzos y a las emociones. En la tradición hindú se representa gráficamente el centro de energía (chakra) del corazón como un ciervo o antílope en actitud de saltar.
Al parecer, una variante de la palabra hrid, que los griegos pronunciarían krid, luego kridía y más tarde (por metátesis) kirdía, dio lugar al término griego καρδíα y al latino cor. Cuando el latín vulgar evolucionó hacia las diferentes lenguas romances, casi todas ellas denominaron al corazón con esta última palabra o con vocablos derivados de ella. Así, los valencianos, catalanes y baleares decimos cor, los franceses, coeur, los suizos de los Grisones, cor, y los italianos, cuore.
Al parecer, una variante de la palabra hrid, que los griegos pronunciarían krid, luego kridía y más tarde (por metátesis) kirdía, dio lugar al término griego καρδíα y al latino cor. Cuando el latín vulgar evolucionó hacia las diferentes lenguas romances, casi todas ellas denominaron al corazón con esta última palabra o con vocablos derivados de ella. Así, los valencianos, catalanes y baleares decimos cor, los franceses, coeur, los suizos de los Grisones, cor, y los italianos, cuore.
La excepción es el rumano, en el que corazón se dice inima. Esta voz esdrújula, que no viene de cor sino de anima, evoca cierta relación intuitiva entre el corazón y el alma. Por otra parte, en rumano existen palabras derivadas de cor (v.g., cordial) y de καρδíα (v.g., cardiac). En esperanto, corazón se dice koro. De cor viene también la curiosa palabra inglesa core, que se usa para referirse a la parte interna del cuerpo humano y a la nucleocápside de ciertos virus.
En castellano se usó el término cor durante la alta edad media. La palabra corazón (que al principio se escribía coraçon) apareció por primera vez hacia 1100, en el Botánico anónimo de Sevilla publicado por Asín. Inicialmente, corazón debió de ser aumentativo de cor, pero luego pasó a designar a este órgano sin connotación alguna de tamaño. Éste es el origen también del gallego corazón y del portugués coração. Notemos, de paso, que el aumentativo de corazón es
corazonazo y que la expresión «tener un gran corazón» no alude al tamaño real de éste sino a la generosidad de su poseedor." (Rev Esp Cardiol 2004;57(4):327-30)
En castellano se usó el término cor durante la alta edad media. La palabra corazón (que al principio se escribía coraçon) apareció por primera vez hacia 1100, en el Botánico anónimo de Sevilla publicado por Asín. Inicialmente, corazón debió de ser aumentativo de cor, pero luego pasó a designar a este órgano sin connotación alguna de tamaño. Éste es el origen también del gallego corazón y del portugués coração. Notemos, de paso, que el aumentativo de corazón es
corazonazo y que la expresión «tener un gran corazón» no alude al tamaño real de éste sino a la generosidad de su poseedor." (Rev Esp Cardiol 2004;57(4):327-30)
Javier Botella de Maglia (op. cit.) continúa, relacionando Hrid con las lenguas germánicas (del antiguo godo hairtó, se llega a el alemán herz, el neerlandés hart, el inglés heart, entre otros) y con las lenguas eslavas. Posteriormente realiza una revisión de las palabras derivadas de corazón (coraznada, corazonada, corazoncillo, descorazonar y corazonista), de griego καρδíα (cardiaco, cardial y las partículas cardio, y cardia), y de cor señala:
"Del latín cor derivan, directa o indirectamente, numerosas palabras del lenguaje corriente que a primera vista parecen tener poco que ver con el corazón: acordar y su forma reflexiva acordarse, acorde, acuerdo y desacuerdo; concordar, concordancia, concordante, concordato, concordatario, concorde y concordia; discordar, discordancia, discordante, discorde y discordia; corada; coraje, corajudo y corajina; coral; cordial y cordialidad, cuerdo, cordura y cordal; cordíaco; precordio y precordial; y recordar, recordación, recordatorio, recuerdo y trascordarse.
La palabra acordar procede de cor por dos vías distintas según su significado. En sus acepciones de «poner de acuerdo» (el mismo sentido que concordar) y de «decidir» o «resolver» viene del verbo accordare, y en la de «recuperar el juicio» viene de cordatus. Concordia es «conformidad, acuerdo o unión» (actualmente también significa «sortija»). Cuando hay buen acuerdo entre dos personas parece que sus corazones latan al unísono, mientras que, si no lo hay, parece como si latieran desacompasados. Esto último es lo que sugieren discordia («desacuerdo»), discordar («discrepar») y sus derivados.
Recordar es «traer a la memoria», sea de uno mismo o de otro. El prefijo re- lleva implícita la idea de repetición; en este caso es un conocimiento o experiencia del pasado el que retorna a las profundidades de la mente (en sentido figurado, el corazón). Esta relación entre la memoria y el corazón no es evidente en el castellano actual, pero sí en otros idiomas: «aprender de memoria» se dice en francés apprendre par coeur y en inglés, to learn by heart" (Rev Esp Cardiol 2004;57(4):327-30).
La palabra acordar procede de cor por dos vías distintas según su significado. En sus acepciones de «poner de acuerdo» (el mismo sentido que concordar) y de «decidir» o «resolver» viene del verbo accordare, y en la de «recuperar el juicio» viene de cordatus. Concordia es «conformidad, acuerdo o unión» (actualmente también significa «sortija»). Cuando hay buen acuerdo entre dos personas parece que sus corazones latan al unísono, mientras que, si no lo hay, parece como si latieran desacompasados. Esto último es lo que sugieren discordia («desacuerdo»), discordar («discrepar») y sus derivados.
Recordar es «traer a la memoria», sea de uno mismo o de otro. El prefijo re- lleva implícita la idea de repetición; en este caso es un conocimiento o experiencia del pasado el que retorna a las profundidades de la mente (en sentido figurado, el corazón). Esta relación entre la memoria y el corazón no es evidente en el castellano actual, pero sí en otros idiomas: «aprender de memoria» se dice en francés apprendre par coeur y en inglés, to learn by heart" (Rev Esp Cardiol 2004;57(4):327-30).
Posteriormente el autor (op.cit.) revisa términos como coraje, cordial, cuerdo, cordura; para, finalmente, revisa algunos términos médicos obsoletos, y lo que denomina "barbarismos del corazón".
Me pareció interesente e insinuante el artículo, así que simplemente lo quería compartir.
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